Las mareas son un fascinante fenómeno natural estudiado por científicos, cantado por poetas y admirado por todos los que somos amantes del mar. Y es que ese baile diario del mar con las playas es de vital importancia para el funcionamiento de los ecosistemas de nuestro planeta.
¿Por qué se producen?
Las subidas y bajadas periódicas del nivel de los océanos y los mares de la tierra, son provocadas por las poderosas fuerzas de gravitación que la luna y el sol ejercen sobre la Tierra. Aunque siempre se asocian las mareas con la luna porque ejerce el mayor protagonismo, el sol también interviene en el proceso.
Las mareas se originan en el interior de los mares y océanos y luego trasladan sus acciones y efectos hacia las zonas costeras de toda la tierra. Es allí donde los humanos percibimos las subidas y bajadas del mar, en relación con la tierra.
El ritmo del mar: cómo se mueven las mareas
Decimos que la marea está en pleamar cuando la marea llega su máximo y hablamos de bajamar cuando está en su mínimo. Entre la bajamar y la pleamar, decimos que la marea es creciente si está subiendo y vaciante si está decreciendo hacia bajamar.
Cuando el agua de mares y océanos se mueve, puede hacerlo de dos formas: verticalmente (marea) y horizontalmente, lo que se llama ‘corriente de marea’. Las mareas, a su vez, puede ser de dos tipos: mareas vivas o mareas muertas.
Cuando una de las caras de nuestro pequeño planeta Tierra está situado frente a la Luna, la atracción de la gravedad es mucho mayor y provoca que la marea esté alta. Aunque el Sol es mucho más grande que la luna, provoca menos efecto porque está a más distancia de la Tierra. La marea viva se produce cuando tenemos la máxima atracción por las fuerzas gravitatorias. Esto es cuando la Luna, el Sol y la Tierra están alineados, durante las fases de Luna llena o Luna nueva. Es decir, que dos veces al mes tenemos mareas vivas. En cambio, cuando la Luna y el Sol están forman un ángulo de 90º con la Tierra, se dan las mareas muertas. En este caso, en lugar de sumar sus fuerzas gravitatorias, la Luna y el Sol las contrarrestan por estar en direcciones opuestas. Esto ocurre cuando la Luna está en cuarto creciente o cuarto menguante.
Las mareas y la vida marina
Las mareas tienen un papel crucial en el ciclo de los nutrientes en los océanos. El movimiento del agua que causan las mareas ayuda a que los nutrientes de las profundidades del océano se muevan hacia la superficie. Allí es donde el fitoplancton y otros organismos fotosintéticos los pueden aprovechar. A su vez, estos microorganismos serán la base de la pirámide trófica marina que sustenta a todo el ecosistema.
Las mareas dan lugar a una gran cantidad de hábitats para los organismos marinos. Por ejemplo, las zonas intermareales rocosas, las playas de arena o las marismas. En ellos, muchos animales marinos se han adaptado a estos ricos y cambiantes entornos, que les ofrecen constante alimento y refugio.
Todos estos hábitats albergan una gran variedad de especies animales y vegetales. ¿Se te ocurren algunas? Almejas, estrellas de mar, mejillones, navajas, cangrejos… Seguro que más de una vez has encontrado conchas vacías paseando por la playa.
Nuestra ruta ‘La huella de la marea en Urdaibai’ recorre la ría de Mundaka para que conozcas en primera persona el entorno etnográfico, histórico y cultura de Urdaibai.
El clima y las mareas
No solo la vida marina se ve impactada por las mareas. También están muy relacionadas con la regulación clima de nuestro planeta y otros fenómenos naturales. Un ejemplo son las corrientes oceánicas, que también crean las fuerzas gravitatorias. Estas corrientes ayudan a distribuir el calor y la energía por toda la Tierra. Esto, aunque suene algo lejano, tiene un impacto directo en la regulación de los patrones climáticos que experimentamos: las corrientes oceánicas frías provocan temperaturas más frescas en la costa, mientras que las cálidas provocan temperaturas más suaves al borde del mar.
Pero además, existe una estrecha relación entre las mareas y la atmósfera, con la que el océano intercambia dióxido de carbono. Cuando la marea está alta, el agua del mar se desplaza hacia tierra. Allí, recoge dióxido de carbono de la atmósfera, que se lleva mar adentro cuando baja la marea. Este intercambio es de gran importancia: ayuda a regular los niveles de este gas de efecto invernadero en la atmósfera. Por el contrario, otros cambios en el nivel del mar que también influyen en el clima, pueden traernos consecuencias indeseadas. El nivel del mar sube demasiado en algunos lugares, en parte por la expansión del agua que causa el calentamiento global. Esto trae consigo inundaciones y tormentas costeras más violentas y frecuentes que impactan no solo en nuestros pueblos, sino también en los ecosistemas naturales que nos sustentan.
En general, la relación entre las mareas y el clima es compleja y polifacética. Las mareas desempeñan un papel importante en la regulación del movimiento del calor y la energía en todo el planeta, así como en el intercambio de dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera. A medida que el clima de nuestro planeta sigue cambiando, es importante comprender las formas en que las mareas y otros fenómenos naturales están interconectados, con el fin de predecir mejor y responder a los cambios futuros.
Por qué nos fascina el movimiento del mar
A lo largo de la historia de la humanidad, las mareas han atraído y fascinado a las personas igual que el Sol y la Luna atrae a las aguas de los océanos y causan las mareas. Hemos dependido de las mareas para navegar y transportarnos, para pescar, para disfrutar del mar… Por eso su impacto en la cultura humana y en las costumbres de muchos pueblos ha sido enorme: muchas comunidades costeras en todo el planeta han desarrollado costumbres, prácticas y tradiciones únicas que se basan en el ritmo de las mareas.
A bordo del Izquira sentirás esa fascinación de las mareas, que tan importante es para la vida en nuestro planeta y para el funcionamiento de los ecosistemas. Comprenderás cómo influyen las mareas en los hábitats del mar y cómo regulan el clima para convertirse, inadvertida y silenciosamente, en parte esencial de la vida en la tierra.